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Max Schmeling y su relación no deseada con el nazismo
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4 años agoon
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Boxeo PlusMax Schmeling y su relación no deseada con el nazismo
··Su victoria ante Joe Louis fue considerada por el nazismo como un distintivo claro de superioridad de la raza aria. El capricho de Hitler y el aparato propagandístico de Goebbels terminaron de convertirlo en imagen del triunfalismo nazi por más que él no quisiera tener relación con el Nacionalsocialismo.
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Enrique Mellado /Marca.com
En 1975 Max Schmeling definió bien lo que podría haber sido de su vida si hubiera ganado a Joe Louis en su segundo enfrentamiento:
«Mirando atrás, estoy feliz de haber perdido aquella pelea. Sólo hay que imaginar si hubiera regresado a Alemania con la victoria. No tuve nada que ver con los nazis, pero ellos me habrían dado una medalla y, tras acabar la II Guerra Mundial, podría haber sido considerado un criminal de guerra».
Pero la historia del peso pesado alemán estuvo marcada durante mucho tiempo por aquella primera contienda ante el ‘Bombardero de Detroit’, pues su triunfo frente a un púgil negro fue considerado por el dominante partido Nazi como un distintivo claro de superioridad de la raza aria. El fallo de Schmeling fue llegar a realizar el saludo fascista en público para contentar a los que se lo pedían. El capricho de Hitler y el aparato propagandístico de Goebbels terminaron de convertirlo en imagen del triunfalismo nazi por más que él no quisiera tener relación con el Nacionalsocialismo.
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Schmeling se aficionó al pugilismo con 16 años cuando vio la película del combate entre Jack Dempesey y Georger Carpentier, en 1921. El primero se convertiría automáticamente en su ídolo y sería con 19 años cuando el alemán comenzó a boxear de forma profesional. Antes de llegar hasta Louis, Max gobernó en el semipesado en Europa (aunque siempre desde Alemania) hasta que llegó la hora de poner rumbo a Estados Unidos, donde acudía a buscar la gloria en la máxima categoría.
Campeón del mundo
Al igual que sucede ahora, hasta allí se desplazaban los mejores del Viejo Continente. Se midió en Yankee Stadium a Paulino Uzkudun antes de proclamarse campeón mundial del peso pesado al vencer a Jack Sharkey en ese mismo escenario. Dos años después perdió el título en favor de este, pero siguió en la élite pese a caer también contra Max Baer. Ya entonces su carrera estaba a caballo entre Alemania y Estados Unidos, hasta que el 19 de junio de 1936 le cambió la vida. Se enfrentaba a un prometedor joven de 22 años llamado Joe Louis que pretendía seguir escalando a costa de otro excampeón, pues venía de derrotar a Max Baer y Primo Carnera, además de acumular 12 nocauts consecutivos. Parecía imposible que ‘The Brown Bomber’ fuera sometido.
Pero sucedió. Schmeling noqueó al sucesor Jack Johnson en el 12º asalto y silenció el Yankee Stadium.
Con Hitler ya erigido en Führer de Alemania, este acontecimiento inesperado debía ser explotado. Un blanco había vencido a un negro y es aquí cuando comienza el calvario de Schemeling, que lo único que quería era enfrentarse a James Braddock por el título mundial. Conocía a Hitler desde que este lo convocó en 1934 antes de que partiera a EEUU para medirse a Baer, pero ahora esto superaba las expectativas del mandatario germano.
Hitler aprovecha la ocasión
Hitler convocó a Joseph Gobbels y le dijo que había que recibir a Schmeling como un héroe nacional y usarlo como ejemplo de la superioridad aria. Era su oportunidad, pues el Führer había hablado de la importancia del boxeo en ‘Mein Kampf’, como arma complementaria al intelecto:
«El boxeo lo consideran brutal. ¿Por qué? No hay otro deporte que, como este, que iguale el espíritu militante, ni que demande una potencia de decisiones rápidas o que le dé al cuerpo la flexibilidad del buen acero. No es más vulgar que dos jóvenes diriman sus diferencias con sus puños que con dos afiladas piezas de acero [esgrima]», expresó en su obra sobre el pugilismo, entre otras cosas.
Max fue conducido en un coche oficial hasta Berlín y ciertamente le fue imposible negarse a a hacer el saludo fascista, así como posar junto a Hitler que le permitía tener a un mánager judío estadounidense pese a que había promulgado las Leyes de Nuremberg en 1935. Schemeling se mantenía como la excepción incluso aunque perdió con Max Baer, que peleó con una Estrella de David en el pantalón ante el alemán y lo noqueó.
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Schmeling, ejemplo ario
Todo se puso aún más en contra de Schmeling fuera de su país cuando la prensa del régimen Nazi utilizó una declaración del boxeador para darle la vuelta. El púgil dijo: «En los asaltos finales Louis bajaba demasiado la derecha y por ahí vi el hueco». Los medios manejados por el Nacionalsocialismo, titularon: «Schmeling encontró un defecto en la anatomía y genética del americano y lo empleó para vencerlo».
El siguiente paso de Max era tratar de recuperar el título mundial que estaba en poder de Braddock, con el inconveniente de que este también era el propósito de Hitler, que mandó a Goebbels llevar las negociaciones personalmente para traer el combate a Alemania. ‘Cinderella Man’ se negó a dar gusto al Führer, pero sabía que su destino era medirse a Louis, con quien hizo un trato. Si este le ganaba tenía que concederle la revancha a Schmeling y darle a él un porcentaje de todas sus defensas del título.
Max Schmeling y su relación no deseada con el nazismo
Más que una revancha
Venció el ‘Bombardero’ y le tocó programar un combate con el alemán, aunque era de cajón que JL intentaría vengar su derrota, pues decía que no se sentiría campeón hasta tumbar a Schmeling. El combate tendría lugar el 22 de junio de 1938 en el Yankee Stadium, nuevamente. Hitler recibió a su guerrero antes de partir a EEUU y le ordenó vencer en nombre de la patria y de la raza aria. El ‘Ulano negro del Rin’ respondió al mandatario que él era sólo un boxeador y que no le gustaba mezclar aquellos asuntos con el deporte, pero la orden ya estaba dictada y además el Führer se quedó contrariado.
Al llegar a Nueva York, Schmeling, que apareció rodeado de agentes de las SS, comenzó a sentir la presión de los ciudadanos y los medios locales, en una ciudad en la que siempre se había sentido cómodo. La gente por la calle lo increpaba y se quedó casi todo el tiempo encerrado en el hotel. Se denominó a esta contienda, ‘El combate del siglo’, y hasta sirvió para que el gran público americano conociera la política del régimen nazi. De repente se había convertido en una pugna ideológica como años después lo sería el Fischer contra Spassky.
Por su parte Goebbels organizó una fiesta para su amo en la Cancillería, desde donde seguirían la pelea.
¿Cómo? La embajada alemana en Washington escuchaba la narración en la radio y transmitía a la Cancillería la suya.
El desenlace fue tremendo porque Louis ganó por KO en el primer asalto y dio una paliza antológica a su oponente en el escaso tiempo que duró la pelea. Schmeling entró derrotado al ring y tras acabar fue llevado al hospital, donde Louis lo visitó. El germano le dijo que por favor no creyera nada de lo que decían de él, a lo que el ‘Bombardero de Detroit’ contestó: «Ya sé que es mentira».
Louis-Schmeling HighLights
Cuando el ‘Ulano negro’ regresó a Alemania sólo lo esperaba en el aeropuerto una ambulancia y su esposa. Los privilegios se acabaron para quien fue el espejo de los arios, hasta el punto de que acabó como paracaidista durante la II Guerra Mundial. Saltando sobre la isla de Creta sufrió graves lesiones.
Max regresó al boxeo con 43 años y cuando se retiró se dedicó a la cría de visones hasta que Coca Cola lo contrató como representante. Este acuerdo mejoró económicamente su vida notablemente.
Louis por su parte tuvo serios problemas con la hacienda estadounidense, sobre todo por culpa de los bolos en los que participó durante la II Guerra Mundial. Este fue el motivo de que regresara también al ring, con el fin de pagar sus deudas.
El ‘Bombardero’ y Schmeling se convirtieron en amigos y este último incluso sufragó los gastos médicos de su antiguo rival cuando tuvo problemas de salud.
El alemán también se hizo cargo de los costes del funeral de Louis cuando este murió en 1981. De hecho, Schmeling fue una de las cuatro personas que cargó con el féretro del histórico campeón.
Max Schmeling y su relación no deseada con el nazismo
Crónica tomada de:http://marca.com