Leyendas del Boxeo

Hagler: Si abren mi cabeza hallarán un guante

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Hagler: Si abren mi cabeza hallarán un guante

Hagler: Si abren mi cabeza hallarán un guante

 Jesús Cova.-

“Si abren mi cabeza pelona encontrarán un gran guante de oro de boxeo. Es todo lo que soy. Lo  vivo” (Marvin Hagler).

Aquellas 20 palabras pronunciadas alguna vez en alguna parte retratan de cuerpo entero a uno de los más eximios campeones mundiales del peso mediano y de cualquier división en la historia del boxeo, a quien el planeta de la disciplina conoció y admiró como  Marvin “Maravilloso” Hagler fallecido de manera repentina, por causas todavía desconocidas, el pasado 13 de este mes en un hospital de Bartlett, Nuevo Hampshire, a los 66 años de edad.

Su característica y temida guardia zurda, su estilo agresivo, incluso despiadado, no podrán ser olvidados por quienes le vieron actuar sobre un ring durante 14 años entre 1973 y 1987, escenario del que se marchó decepcionado por considerar que había sido despojado en el fallo de su pelea contra otro hoy también inmortal, Ray Sugar Leonard, el 6 de abril del ´87 en el hotel Caesar´s Palace en su 12ª. defensa de las coronas AMB y CMB de las 160 libras, ganadas en septiembre del ´80 frente al inglés Alan Minter en Wembley, Inglaterra, con un nocaut técnico en tres asaltos.

Antes de medirse a Leonard el legendario púgil, cuya brillante calva relucía más aún más bajo los reflectores, había defendido 11 veces el cetro con 10 nocauts (solo Roberto “Mano É Piedra” Durán sobrevivió los 12 rounds), éxitos que lo ratificaban como uno de los más grandes de todos los tiempos en la categoría, sin discusión alguna, además de ser conceptuado como uno de los mejores 50 peleadores de todas las épocas. 

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Aquel veredicto en su contra ante Leonard, de 118-110 y 115-113 (el juez Luis Filippo le dio el voto, 115-113), apartaron para siempre del boxeo a Hagler, por propia decisión, quien se fue por un tiempo a Italia a rumiar su desencanto. Era aquella solo su tercera decepción, todas a los puntos (las otras frente a Bobby Watts el 13/1/76 y Willie Monroe el 9/3/76) en 67 refriegas de las que ganó 62, 52 por KO con tres reveses y dos tablas, números que en 1993 lo exaltaron al Salón Internacional de la Fama del Boxeo, en Canastota, New York.

UNA RUTILANTE CARRERA

Aquel jovencito “de cabeza pelona”, como decía de sí mismo, despuntó desde los comienzos como un portento con guantes. Había nacido en Newark, New Jersey, en 1955, y se hizo boxeador en Brockton, Massachusetts llevado de la mano por los hermanos Goody y Pat Petronelli, sus manejadores de siempre.

Su debut fue contra un tal Terry Ryan a quien masacró en dos vueltas el 18 de marzo del 73 y extendió a 25 sus triunfos con 18 nocauts propinados y un empate hasta ser detenido por Watts, tres años luego de su estreno. Al recomenzar, sumó una larga hilera de victorias y el 30 de noviembre del 79 enfrentó a Vito Antuofermo por los cinturones AMB y CMB del peso mediano en una pelea que terminó en tablas 145-141 por Hagler, 144-142 por el campeón y 143 para los dos, sentencia estimada injusta por una mayoría que vio  ganar al retador.

Diez meses más tarde en Wembley, “Marvelous” enfrentó al local  Alan Minter por el fajín de los medianos en las versiones AMB y CMB y lo liquidó en solo tres episodios. Fue el comienzo de una hegemonía que parecía no tener fin. En su primera exposición dispuso del venezolano Fulgencio Obelmejías en 8 tramos y a este le siguieron (round final entre paréntesis)  Antuofermo (4), Mustafá Hamsho (11), Caveman Lee (1), de nuevo Obelmejías (5),Tony Sibson(6), Wilford Scypion (4), Roberto Durán, el argentino Juan Domingo “Martillo” Roldán- quien lo tumbó en el round de apertura, la primera y única caída del campeón, triunfador por KO en el 10°-, otra vez Hamsho (3), Thomas Hearns (3) y John Mugabi (11), todas antes del límite, repetimos con excepción de Durán, hasta su actuación final ya anotada frente a Leonard que lo alejó definitivamente de las cuerdas.

 AQUEL INOLVIDABLE PRIMER ROUND

Una semblanza de la ejecutoria boxística del “Maravilloso” Hagler estaría incompleta si no se cita aquel nunca olvidado primer round contra Hearns el 15 de abril de 1985, cuando se enfrentaron al aire libre en el Caesar´s Palace de Las Vegas, Nevada.

Hay una unánime opinión que califican a esos tres minutos como el mejor primer asalto en la ya larga historia del boxeo de hoy. Fueron 180 segundos cargados de un explosivo y trepidante dramatismo, con los dos peleadores en un brutal y salvaje bombardeo de golpes sin pausas, como si ambos se jugaran la vida. No hubo entonces un solo instante de  reposo, de calma, de paz en esos 3 minutos que no parecían terminar jamás.

Con una fea herida en la frente Hagler fue revisado al terminar el round por el médico. “Pensé -dijo después-que había una triquiñuela en mi contra, que me querían perjudicar. Ni siquiera sabía ni sentía la herida en la frente y a pesar de todo la querían parar.”

A continuación de un también violento segundo round, otra vez Hearns y Hagler desplegaron una feroz ofensiva (la pelea fue bien llamada La Guerra) que terminó con el primero desplomado en la lona, casi muerto, mientras un Hagler ensangrentado giraba alocadamente en el ring en jubilosa celebración. Fueron 7 minutos y 52 segundos de un memorable encuentro que quedó sembrado para siempre en la historia del deporte de los golpes.

Hagler tras su victoria ante Hamso.

UNA MUERTE MISTERIOSA

La inesperada muerte de esta leyenda del ring fue dada a conocer el día 13 por su esposa Kay a los medios, sin abundar en mayores detalles. Casi inmediatamente después del anuncio se desataron los rumores que hablaron de una muerte provocada por efectos de una vacuna inyectada al exboxeador contra el Covid-19, lo que generó una arduo debate entre los anti-vacuna y los defensores de ésta.

Pero hasta hoy, al menos, se mantiene el hermético misterio acerca de lo realmente sucedido. Mientras tanto, el mundo del deporte sigue conmocionado por la repentina desaparición de este ícono del pugilismo ecuménico, el mítico Marvin “Maravilloso” Hagler.

Quien fue, han pregonado quienes le conocieron bien, un bondadoso y noble ser humano a más de ser simplemente, encima del cuadrilátero, un maravilloso gladiador de manos enguantadas.

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