Leyendas del Boxeo
Wepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia
Published
3 años agoon
By
Boxeo PlusWepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia.
LUCIANO GONZÁLEZ / CLARIN.-
Cree que Estados Unidos es la tierra de la oportunidad? Apollo Creed lo cree y se lo probará a todo el mundo, dándole a un desconocido una oportunidad por el título del mundo. Ese desconocido es usted”.
Quien presenta la oferta es George Jergens, el promotor del campeón del mundo, y quien la escucha es Rocky Balboa.
La escena, parte de la primera película de la saga, podría tener otros protagonistas. El hombre de traje podría ser el excéntrico Don King. Y el ignoto púgil que se encontraba ante la chance de su vida, Chuck Wepner, el hombre que sirvió como musa para construir el personaje del boxeador más famoso de la pantalla grande y que terminó litigando en una Corte contra Sylvester Stallone por el valor intangible de esa inspiración.
Al igual que el Semental Italiano, Wepner era un héroe local, pero un desconocido en los grandes cuadriláteros, que complementaba el boxeo con un empleo rentado. Había nacido en Nueva York, pero creció en un complejo de viviendas municipales de Bayonne, en el estado de Nueva Jersey, frente a la zona portuaria de la Gran Manzana.
Había sido infante de Marina y portero de un club de strippers antes de calzarse los guantes por primera vez. Después de ganar el torneo Golden Gloves de Nueva York, debutó como profesional en 1964, ya con 25 años.
Jamás descolló como púgil rentado. En sus primeros años, alternó triunfos y derrotas en escenarios menores o como preliminarista en alguna velada importante en el Madison Square Garden. Mientras tanto, trabajaba como distribuidor de bebidas alcohólicas.
Wepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia.
TAMBIÉN PUEDES VER:
El 29 de junio de 1970, cuando ya había sido noqueado por el joven y ascendente George Foreman, tuvo la chance de enfrentar al temible excampeón mundial Sonny Liston en el Armory, el centro de entrenamiento de la Guardia Nacional de Nueva Jersey.
Esa noche, con Muhammad Ali sentado en primera fila, Wepner recibió un durísimo castigo y sufrió severas heridas en sus párpados, antes de que el árbitro Barney Felix detuviera la contienda en el noveno asalto.
“Me dejaron sangrar durante cinco rounds. ¿Por qué no me dieron la oportunidad de ganar por nocaut en el último?”, se preguntó Wepner, disconforme con la decisión del árbitro y del médico de la Comisión Atlética de Nueva Jersey, Reginald Farrar.
Wepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia.
MÁS DEL SALÓN DE LA FAMA:
Ese enfrentamiento, el último en la carrera de Liston antes de su misteriosa muerte el 30 de diciembre de ese año, dejó unas cuantas manchas de sangre estampadas en la vestimenta de los ocupantes del ring side.
Y al perdedor le regaló 72 puntos de sutura en el rostro, una fractura en la nariz, otra en el pómulo izquierdo y un apodo que le puso el periodista Rosey Rosenberg y que lo acompañaría durante el resto de su carrera: el Sangrador de Bayonne.
Solo un giro cinematográfico podía arrancar a Wepner de esa gris retahíla de combates menores y heridas profundas. Ese giro llegó en el momento menos esperado: el 7 de enero de 1975, a 50 días de cumplir 36 años, se enteró a través de la contratapa de la edición vespertina del Jersey Journal que Ali, quien tres meses antes había recuperado los cinturones de la Asociación Mundial de Boxeo y el Consejo Mundial de Boxeo al noquear a Foreman en Kinshasa (Zaire), le otorgaría la gran chance de convertirse en el rey de los pesados.
“No le pegaré ni una vez en la cara. Voy a ganar esta pelea recostado en las cuerdas. Él va a lanzar golpes hasta no poder más, se va a cansar y después voy a pegarle en el estómago, en el pecho, pero ni un golpe en la cara. No quiero excusas de cortes”, avisó el siempre provocador campeón durante la conferencia de prensa de presentación del combate, el 10 de febrero, en el Plaza Hotel de Nueva York.
“Estoy contento porque los pronósticos serán altamente desfavorables y pienso apostar por mí”, se envalentonó Wepner, que por entonces tenía un modesto récord de 30 victorias, 9 derrotas y 2 empates, pero que había ganado sus últimas ocho peleas (entre ellas, una ante el excampeón mundial Ernie Terrell) tras someterse a una operación para evitar la reapertura de viejas heridas en su rostro
Aquella fue la primera y única vez que se entrenó con dedicación completa, ya que abandonó por un par de meses su labor en la distribuidora de bebidas, mientras Phyllis, su primera esposa, trabajaba de noche en la oficina de correo de Bayonne.
Por ese combate, percibiría 100.000 dólares, por mucho la bolsa más alta de una carrera en la que se había acostumbrado a cobrar centenares o unos pocos miles de dólares por cada presentación. En cambio, Ali se llevaría 1.500.000.
El duelo, para el que el campeón se preparó con bastante desidia, generó muchas más críticas que expectativas por el nivel del oponente.
Hombre de negocios, Don King hacía frente a los cuestionamientos y, con cierto aire místico, procuraba vender al retador casi como una reencarnación de Jack Dempsey.
“Hará una pelea de la que toda la nación estará orgullosa. Cualquier cosa puede suceder cuando llegue el momento. Se sabe que las personas trascienden su estatura terrenal en el medio del ring. ¡Podríamos tener un evento milagroso!”, predijo.
El retador no estaba feliz con los pronósticos que lo presentaban como un novillo rumbo al matadero y lo hizo saber en una nota publicada en la revista Sports Illustrated, que el 24 de marzo de 1975, el día de la pelea, estampó en su portada una enorme foto de su rostro (esta vez inmaculado).
“Nunca fui vapuleado en mi vida. No sé por qué la gente es tan cruel. Trabajé para llegar a esta pelea. Ali quería enfrentar a un blanco que estuviera clasificado. Bueno, estoy en el octavo puesto y soy tan blanco como tú”, le dijo al periodista Mark Kram.
El gran monarca negro y el ignoto retador blanco, Muhammad Ali y Chuck Wepner (¿o Apollo Creed y Rocky Balboa?), se encontraron frente a frente y ante 14.847 espectadores en el Richfield Coliseum de Ohio, inaugurado cinco meses antes. Antes del inicio del duelo, James Brown cantó el Himno sobre el cuadrilátero.
Luego, la música la aportó Ali, quien dominó los primeros ocho asaltos a voluntad, aunque sin acelerar lo suficiente como para sacar de pelea a un adversario técnicamente muy inferior y que en el séptimo episodio sufrió un corte en el arco superciliar izquierdo, que amenazaba con reeditar una historia muy conocida en la carrera del Sangrador de Bayonne.
Pero en el noveno round ocurrió lo impensado: con un derechazo a las costillas y la ayuda de un discreto pisotón, Wepner se convirtió en el cuarto hombre en derribar a Ali (los otros habían sido Sonny Banks, Henry Cooper y Joe Frazier).
“Volví a mi esquina y dije: ‘Calienten el auto, nos vamos al banco, somos millonarios’. Pero mi mánager (Al Braverman) me respondió: ‘Es mejor que te des vuelta porque se está levantando y parece furioso’”, recordó en 2019 en una entrevista publicada en The New York Times.
Efectivamente, Ali se levantó y despertó: desde entonces, descargó un arsenal sobre su adversario, que estoicamente soportó la paliza de pie.
En el 15° episodio, agotado y muy golpeado, finalmente Wepner se desmoronó ante una lluvia de puñetazos. El árbitro Tony Pérez detuvo la contienda a solo 19 segundos de la campana final. “No hay otro ser humano en el mundo que pueda dar 15 asaltos así”, elogió el ganador a su rival.
Esa noche, a más de 3.000 kilómetros del Richfield Coliseum, un actor tan poco conocido como el púgil de Bayonne vio el combate en un cine de Los Ángeles. “Quería escribir algo sobre cómo me sentía, pero mi historia no era muy comercial. Fui a ver esa pelea y algo hizo click. Dije: ‘Ese soy yo, así me siento’”, contaría Stallone en 1988, en una de las tantas veces en que reconoció la influencia de Wepner al momento de crear el personaje que lo convertiría en una celebridad.
Rocky fue estrenada el 21 de noviembre de 1976 en Nueva York, el 1 de diciembre en Los Ángeles y dos días después en el resto del país.
Wepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia.
OTRA CRONICA DEL SALÓN DE LA FAMA:
El impacto fue inmediato. El 28 de marzo de 1977, obtuvo tres premios Oscar: mejor película (superando, entre otras, a Taxi Driver de Martin Scorsese), mejor dirección (John Avildsen) y mejor montaje (Scott Conrad y Richard Halsey).
Por entonces, Wepner había vuelto a la distribución de licores y atravesaba el último y descolorido tramo de su carrera, a la que le añadió una pizca de espectáculo circense.
En junio de 1976, se enfrentó al luchador profesional André The Giant en un duelo de especialidades en el Shea Stadium de Nueva York y ante 32.897 espectadores. En el tercer round, el francés, enorme como su nombre indicaba (medía 2,24 metros y pesaba alrededor de 250 kilos), arrojó fuera del cuadrilátero al estadounidense, quien volvió al tapiz enfurecido. Entonces se produjo una invasión del ring de parte de los asistentes de ambos peleadores y todo terminó en una animada tangana.
Ese mismo año, el otrora retador mundialista también hizo dos exhibiciones, una en el Convention Hall de Asbury Park y otra en un club nocturno de Freehold, contra Víctor, un célebre oso grizzly de más de 250 kilos que había sido entrenado para la lucha libre y solía aparecer en el show televisivo de Ed Sullivan.
El 26 de septiembre de 1978, a los 39 años, Wepner hizo su última presentación profesional: fue derrotado por puntos por Scott Frank en Totowa, a 40 kilómetros de su casa. Esa noche, mientras caminaba desde el vestuario hacia el ring, un trompetista interpretó “Gonna Fly Now”, la canción de Bill Conti que acompaña a Rocky Balboa durante el ascenso de las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia y que se convirtió en un Himno.
Siete meses antes, como para que no quedaran dudas de la influencia que en él había tenido, Stallone había invitado al púgil a una prueba con la idea de que interpretara en Rocky 2 a un entrenador llamado Chink Weber. “Pero arruiné la audición porque había estado de juerga durante dos días”, admitió Wepner. El personaje fue eliminado del guión, pero el nombre fue usado por Stallone para el presidiario que Sonny Landham interpretó una década después en Condena Brutal.
Tras el retiro, la vida de Wepner se deslizó por una pendiente que lo llevó en 1985 a ser detenido con una buena cantidad de cocaína en su poder y a ser condenado en marzo de 1988 a una pena de 10 años por posesión y distribución de estupefacientes, de la que cumplió menos de tres años en la Prisión Estatal del Norte, en Newark. En ese tiempo, recibió una visita de Stallone, quien estaba rodando Condena Brutal en ese complejo penitenciario.
Volvieron a encontrarse en 1997, cuando Wepner se acercó a Edgewood, a 27 kilómetros de Bayonne, donde el actor estaba filmando Copland junto a Robert De Niro, Harvey Keitel y Ray Liotta.
Según contó el exboxeador, el trato fue cordial, pero ese día algo terminó de acomodarse en su cabeza. “Me sentí mal y me dije: ‘Soy un verdadero imbécil, este tipo usó mi nombre durante 20 años para promocionar la franquicia de Rocky. Estoy harto’”, explicó.
Le tomó seis años dar el siguiente paso: en noviembre de 2003, demandó a Stallone ante la Corte Superior de Nueva Jersey por 15
millones de dólares por violaciones a lo que en Estados Unidos se conoce como derechos de publicidad, protegidos en la mayor parte de los estados de ese país “sobre la base de los principios generales del reconocimiento del valor económico de la identidad de una persona y del enriquecimiento injusto”, según explica Ian Blackshaw, abogado especializado en derecho internacional del deporte, académico y miembro del Tribunal Arbitral del Deporte (TAS).
Anthony Mango, uno de los abogados que representó al demandante, detalló una serie de aspectos muy puntuales de la vida de su cliente que habrían servido como espejo para fragmentos de las películas. Por ejemplo, consideró que la escena del entrenamiento callejero de Rocky, que finaliza con el ascenso de las escaleras del Museo de Arte de Filadelfia, estaba copiada de las rutinas de Wepner, quien las terminaba remontando las escaleras del parque Stephen Gregg de Bayonne.
“Siempre tuve la idea de Rocky y aunque haber visto a Wepner fue un momento de inspiración, eso no significa que Rocky sea Chuck. Es lamentable que él haya llegado a esto, pero seguramente tuvo sus motivos para hacerlo”, consideró Stallone una vez conocida la demanda.
Tras casi tres años de litigio, los abogados de ambas partes informaron a la Corte en agosto de 2006 que habían alcanzado un acuerdo privado cuya suma no fue revelada. Por entonces, la saga de Rocky incluía cinco películas (la sexta, Rocky Balboa, fue estrenada el 20 de diciembre de ese año) y llevaba recaudados 1.000 millones de dólares.
“Siempre amé al tipo, me hizo Rocky, pero necesitaba que él reconociera que yo era el verdadero Rocky”, explicó Wepner.
Ese reconocimiento que Stallone le retaceó terminó encontrándolo tiempo después en la pantalla. En octubre de 2011, como parte de la colección 30 for 30 de ESPN, se estrenó el documental The Real Rocky.
“En mi opinión, Sylvester Stallone secuestró el alma de Chuck Wepner. Esta película es mi intento de ayudar a Chuck a recuperar su alma”, explicó Jeff Feuerzeig, el director, el día del preestreno en el Festival de Cine de Filadelfia, justamente la ciudad de Rocky.
A esa producción la siguieron dos ficciones documentales: Chuck, estrenada en septiembre de 2016 en el Festival Internacional de Venecia, y The Brawler (2019).
Esos no fueron los únicos halagos que recibió Wepner, que a los 83 años y luego de superar un cáncer de recto, sigue viviendo en Bayonne. Por iniciativa del empresario Bruce Dillin, un amigo de la infancia, el artista chino Zhen Wu esculpió una estatua de dos metros y medio del expúgil, a la que todavía le falta su baño de bronce. Cuando lo tenga, será instalada a los pies de las escaleras del parque Stephen Gregg.
Wepner llevó a Rocky a la Corte por apropiarse de su historia.
Más deportes: http://entornointeligente.com/category/deportes