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La injusticia y la falta de piedad prevalecieron el fin de semana.


CARLOS IRUSTA / ESPN.COM

Ha pasado un fin de semana emblemático para el boxeo.

La esperanza, el pasado, la falta de piedad y la injusticia, aparecieron en todas sus variantes, expuestas, en este caso, a través de las transmisiones de ESPN KnockOut.

La victoria de Oscar Valdez sobre Robson Conceição fue, sin dudas, uno de los temas. Y por varias razones. Una, porque luego de haberse conocido la noticia de que Valdez había consumido fentermina no hubo un fallo que debería haber sido ejemplar. Se lo autorizó a pelear con el retador del Brasil, exponiendo su corona WBC de los ligeros, con una pena de 12 meses de “probation” y 6 de pruebas varias, sentando así un precedente peligroso.

Si la realización del combate, efectuado el viernes en Tucson, Arizona –la casa de Valdez-, ya fue motivo de polémica, luego vino el fallo, en el que la victoria de Valdez no solamente fue cuestionada por la enorme mayoría de los aficionados: una tarjeta, marcando 117-110 a su favor sirvió también para poner en duda –una vez más- la capacidad de los jurados. Los otros dos dieron 115-112 para Valdez, quien sigue siendo el campeón.

  Para aumentar todavía más la desconfianza y la polémica, el referí Tony Zaino, de Tucson, le descontó un punto a Conceição en el noveno asalto, por un presunto golpe en la nuca (que fue apenas una palmada) y no lo hizo cuando, a su vez, el campeón cometió visiblemente esa infracción.


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Dos temas muy expuestos que no solamente atañen al Consejo Mundial, sino a los organismos en general, puesto que de esta forma, se decepciona al aficionado común que, frente a la pantalla, termina preguntándose: “¿Cómo puede ser que uno ve claramente un ganador y los jurados, en cambio, ven la pelea totalmente al revés?” Recordar, por ejemplo, una tarjeta similar en la pelea en la que Brian Castaño logró por lo menos empatar ante Jermall Charlo, cuando uno de los jueces vio ganar al norteamericano también por siete puntos.

En la misma velada, el boxeo mostró otra faceta, el de la falta de sentido común y –lo que aún es más grave- la total carencia de protección al boxeador.

Gabriel Flores Junior subió al ring como claro favorito ante el mexicano Luis Alberto “Venado” López. Y no solamente eso, sino que Flores se lo hizo sentir en los días previos con poses, y frases hirientes, como si ya hubiera ganado la pelea.

Y no fue así, porque El Venado le dio una verdadera paliza. Hasta el noveno asalto era eso, una paliza. Solo que cuando llegó a su rincón, Flores, muy lastimado, hizo señas evidentes –y así se vio en la transmisión de ESPN Knock Out- de que ya no quería seguir. Su padre, también su técnico, lo hizo continuar, cuando ya todo estaba definido. El perdedor asumió que la soberbia es mala consejera y ojalá le sirva la lección, aunque seguramente tanto castigo requerirá, como menos, un largo descanso. Perdió su primera pelea –ahora queda con 20-1 y 7 KO-, mientras que López suma 23-2, con 12 nocauts.

Ojalá también que en casos como este, se repare en un aspecto que parece que se va olvidando: ante todo, cuidar la salud del boxeador, ni más ni menos, cuando aún está fresca la triste memoria de Jeanette Zacarías (18).

¿Qué se puede agregar, si el sábado, el caparazón de un gran campeón como Evander Holyfield subió a un ring? A los 58 años, estar frente a Vitor Belfort fue correr un riesgo innecesario, inútil, cruel peligroso. Sobre todo porque la comisión local –la pelea fue en Hollywood, Florida- aceptó que fuera una PELEA –y lo escribimos con mayúsculas, para que no queden dudas de semejante barbaridad- pactada, eso sí, a 8 rounds pero de dos minutos de acción. Una locura. Evander sustituyó casi a último momento a Oscar De La Hoya.

Pero, como en la Caja de Pandora, siempre queda la esperanza. En París, el viernes, tres medallistas olímpicos franceses protagonizaron una muy buena velada en Roland Garros –el estadio en donde Carlos Monzón venció a Jean Claude Bouttier, 1972, la última pelea de campeonato mundial celebrada en ese estadio, emblema del tenis mundial-, que también fue televisada por ESPN Knock Out.

Tony Yoka venció a Petar Milas por nocaut en 7 asaltos en la pelea de fondo. La gran esperanza de los franceses en la categoría pesado, medalla dorada en los Juegos de Rio, suma 11 peleas, todas ganadas, 9 KO.

A su vez, Mathieu Bauderlique venció por KOT 7 a Igor Mikhalkin –la esquina decidió que Igor no continuara peleando, una decisión adecuada de proteger al boxeador- y obtuvo el título medio pesado vacante de la EBU.

Souleymane Cissokho (con un estilo elegante y eficaz, para tener muy en cuenta) derrotó por KOT 5 Ismail Iliev y retuvo título Intercontinental WBA de los super welters. Los dos ganadores fueron bronce en Rio: Bauderlique suma 21 ganadas, 1 derrota, 12 KO y Cissokho, 14 triunfos con 9 antes del límite.

Los tres se fueron con la mano en alto del ring bajo la atenta mirada del presidente de Francia, Emmanuel Macron, quién felicitó a los púgiles por su actuación.

No faltó, por cierto, el sentido recuerdo a Jean Paul Belmondo, uno de los grandes de la pantalla francesa e internacional, ex boxeador y permanente espectador de combates.

La esperanza sigue en pie con boxeadores de buena trayectoria amateur, peleando con rivales competitivos, afianzándose para grandes choques, brindando muy buen boxeo.

Ojalá que dirigentes y promotores entiendan que el no cumplimiento de las reglas, que las peleas que no tienen sentido ni razón de ser y la falta de protección al boxeador, no ayudan para nada a esta actividad. Es que, con “amigos” como éstos, ¿Quién necesita enemigos?

Si, un fin de semana de luces y sombras, y todo pasó a través de ESPN KnockOut, siempre presente en donde haya boxeo.


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