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 Lemos y Gauto: Dos caras de la misma moneda.


Por Walter Vargas.


En un fin de semana copioso en programación y exámenes de variado grado para un lote de interesantes prospectos del boxeo argentino, quiso el destino que el pichón de crack (Agustín Gauto) haya sufrido una aplastante derrota y que el peleador que afrontaba una pelea de pronóstico reservado (Gustavo Lemos) haya dado la talla con holgura ante un Luna Park que lució como en sus mejores tiempos.

Lemos, Tito o El Eléctrico de Tres Arroyos, pasó por arriba al estilista galés Lee Selby y quedó en posición de ir por el campeonato liviano de la Federación Internacional de Boxeo (FIB).

A despecho de que el veterano Selby llevaba una inactividad prolongada y que la mayor parte de su carrera la hubiera desarrollado como peso pluma, no dejaba de ser un excampeón mundial muy bien fundamentado en piernas, jab y cintura.

Sin embargo, tras un primer asalto de relativa pasividad, Lemos encontró rápido los caminos en los que se mueve a sus anchas: el gobierno del centro del ring y la media distancia para imponer una intensidad que no es frecuente en los pugilistas criollos.


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De tal modo Lemos consumó su trabajo de destrucción, mejoró su foja a 28-0 con 18 definiciones categóricas y ganó el derecho de ir por la corona hoy en poder del australiano George Kambosos.

Habrá que ver si Kambosos se queda entre los ligeros, sube a superligeros o toma alguna otra decisión que libere un título por el que Lemos, pese a ciertas impurezas técnicas, aspira con holgada legitimidad.

Pero si Lemos subió varios escalones en reconocimiento, lejos de eso el minimosca Agustín Gauto resignó su invicto de forma inapelable y sorpresiva, por cuanto en Dubai fue arrollado por el hasta entonces ignoto filipino Miel Fajardo.

Tercero en las clasificaciones del CMB, cuarto en la FIB y sexto en la AMB, el Avión Gauto vio interrumpida una serie de 18 victorias consecutivas y a la vez sufrió con extrema crueldad la primera vez que un oponente fuerte se le plante a cambiar golpes.

He ahí lo verdaderamente llamativo y preocupante: la facilidad con que Fajardo –un zurdo con guardia de diestro- desnudó las falencias defensivas de Gauto y lo conmovió cada vez que llegó a fondo.

En definitiva, el prometedor noqueador argentino dejó una imagen tan pálida que hasta dio la sensación de que el compromiso le quedaba grande: y eso que su contrincante llegaba con apenas diez combates, de los cuales había ganado siete.

La pregunta del millón radica en establecer cuánto influyó que Gauto haya atravesado casi todo 2021 sin subir a un cuadrilátero y cuánto su desvinculación de Osvaldo Rivero y su incorporación a Chino Maidana Promotions.

¿Había necesidad de arriesgarlo ante un rival que asomaba peligroso por el solo hecho de acumular seis nocauts sobre siete victorias?

¿Se habían analizado las características de Fajardo?

En fin, será cuestión de que Gauto se tome un descanso reparador, temple sus emociones y vuelva al ruedo afirmado en sus enormes condiciones y en espíritu de guerrero de la vida misma: no ha dejado de ser una gema por pulirse que se levanta cada madrugada en pos de ganarse el sustento como recolector de residuos.


 Lemos y Gauto: Dos caras de la misma moneda.


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