El mexicano Saúl «Canelo» Álvarez conservó su condición de campeón unificado del peso supermediano venciendo por decisión unánime al británico John Ryder, pero su indiscutible victoria tuvo un sabor amargo esta noche en el estadio Akron de Guadalajara, donde sin duda quedó a deber.
Ryder, con poco, le arruinó el festejo al mexicano y en doce rounds se ratificaron las mismas fallas de sus dos combates anteriores donde se le vio exhausto e irresoluto.
Lo tuvo a merced en el quinto round cuando lo envió a la lona, pero lo dejó escapar porque sencillamente le faltó gasolina en el tanque.
El Canelo que vimos esta noche en Guadalajara fue muy estático, lanzó golpes con fuerza pero su frecuencia disminuyó ostensiblemente y ni siquiera fue capaz de presionar al rival llevándolo a las cuerdas para aplicar su ilegal argucia de golpearlo en los antebrazos.
Ryder fue muy poca cosa, tan solo valentía pero fue casi el retrato desmejorado del mexicano, solo que más lento y estático sin mayores argumentos que upper que conectó cada vez que lo lanzó.
A medida que avanzaba el combate vimos a un Canelo desesperado e impotente.
Cuando llegó al rincón al finalizar el cuarto asalto rehusó sentarse en un gesto arrogante pensando que era cuestión de tiempo salir de Ryder, pero la pesca se le puso difícil.
De ahí en adelante Canelo lanzó todo lo que pudo, que no fue mucho, y Ryder aguantó estoicamente.
Llegando a los rounds de campeonato ambos recibieron atención de pie en sus esquinas, pero Canelo tuvo que sentarse en el último para tratar de concluir el combate medianamente presentable.
Al final, lo mismo de siempre, Canelo le dio al combate la lectura que quiso a pesar de que todos vimos otra cosa.
Esta versión que vimos de Canelo en Guadalajara sin duda no presagia buenos tiempos.
Le faltó estamina pero le sobró arrogancia al momento de analizar el combate y su futuro inmediato diciendo que «hay Canelo para rato».
No dio señales seguras de querer enfrentarse con Dmitry Bivol y a medida que transcurran las horas entrará en el laberinto de las peleas mandatorias bien contra Morrel o Benavidez. O quizás saque un conejo del sombrero y le permitan pelear con Jermall Charlo y hasta con Edgar Berlanga para terminar en un despropósito.
Frente a cualquier escenario también debe revisar con carácter de urgencia la conveniencia o no de continuar con su equipo de trabajo que lidera Eddy Reynoso cuya estrategia y mecánica ya luce obsoleta y carente de ideas.
Canelo ganó. Si, pero quedó a deber por culpa de un rival que el único peligro que representó fue deslucirlo. Como en efecto lo logró.
Quizás lo mas positivo de la noche en Guadalajara fue su fastuosa salida que, salvando las distancias, podría equipararse a la coronación del Rey Carlos III de Inglaterra.
La pequeña diferencia es que aquel si es un Rey de verdad.