El «Monstruo» japonés Naoya Inoue hizo algo verdaderamente «monstruoso», digno de leyenda, noqueando en el octavo round en Tokio al estadounidense Stephen Fulton para conquistar su cuarta faja en categorías diferentes y consolidándose, sin duda alguna, en el mejor libra del boxeo.
Inoue, que ha sido campeón minimosca, supermosca y gallo, superó todos los inconvenientes de estatura y alcance de Stephen Fulton para sacar a relucir su poder y terminar apabullando al estadounidense, luego de dominar prácticamente todo el combate.
Un Fulton sumamente conservador facilitó las cosas a Inoue a pesar de la diferencia física. El campeón jabeaba tímidamente pero no tenia continuidad en sus ataques percantándose del rápido contragolpe del japonés.
Inoue asumió durante gran parte del combate la ofensiva, esperaba el jab de Fulton y contragolpeaba con velocidad, sin embargo se quedaba corto con el gancho de derecha debido al movimiento del campeón.
El japonés dominaba con claridad mientras Fulton no arriesgaba. La frecuencia de golpes del retador era en proporción de 3-1.
Naoya intentaba cortar distancia pero los movimientos laterales del campeón lo impedían.
Las pocas veces que Naoya logró llevar a las cuerdas a Fulton no pudo lastimarlo y optaba por salirse.
Fulton no arriesgó en ningún momento y le dejó toda la ofensiva al japonés. Escasamente el estadounidense lanzó golpes en el cuarto round pero en ningún momento comprometieron a Naoya.
La pelea vista por Compubox.
La derecha en gancho de Inoue fue esquivada muchas veces por Fulton hasta que se quedó parado y fue conectado en el octavo con una explosiva mano que lo obligó a poner los guantes en la lona en un claro knockdown.
El referí Héctor Afú estaba lejos de la acción y no decretó la caída y desafortunadamente para Fulton al levantarse inmediatamente fue conectado con otra poderosa izquierda, que terminó de lastimarlo y enviarlo de nuevo al tapíz en condiciones muy precarias.
Al escuchar el conteo, Naoya abrumó de golpes al campeón hasta que el referí detuvo el combate decretando la gloria a favor del japonés, que ahora se convierte en monarca supergallo de la OMB y el CMB.