En una crónica anterior en la previa del combate entre Saul “Canelo” Alvarez y Jermell Charlo escribimos que una vez más el púgil mexicano estaba en el “Ojo del Huracán”, independientemente del resultado, porque la maña de todos estos desaguisados ya se nos ha hecho costumbre.
No fue difícil advertirlo, y como dijimos en aquella oportunidad para bien o para mal, ganando o perdiendo, iba a ser noticia, incluyendo a los ilusos que se dejaron influir por aquello de que Charlo podía dar la sorpresa.
Lo que vimos el sábado en Las Vegas fue algo a lo que lenta y pausadamente hemos venido consumiendo, de manera que no cabe espacio para especulaciones excesivas.
No guste o no, Canelo es el espectáculo y lo ocurrido el sábado a nadie debe sorprender. Un resultado cantado por las diferencias físicas, un resultado que dependía de lo que iba a ser capaz de hacer Charlo, porque todo el mundo estaba claro a lo que iba el mexicano. Así lo habíamos advertido.
El resultado de la pelea, digamos mas bien el hecho deportivo, da para varias lecturas, entre ellas la llamada critica especializada que ha sido excesiva en sus apreciaciones para lo bueno y para lo malo. Y hay para todos los gustos.
De un lado la critica descarnada donde no es menos cierto, se dicen muchas verdades; y del otro la adulancia excesiva que termina generando suspicacias crematísticas.
Después del monótono combate Canelo de nuevo asumió su papel de «super héroe» pretendiendo insultar la inteligencia de una comunidad boxística muy bien documentada.
Canelo-Charlo: Cuando la maña de hace costumbre.
Esas expresiones de que «Soy un hombre fuerte. Nadie puede vencer a este Canelo”, no son otra cosa que disparates en medio de su inducida amnesia.
A Canelo se le olvida que, en su mejor momento fue comprometido por Erislandy Lara, Miguel Cotto, los dos primeros combates con Gennady Golovkin y el sospechoso resultado ante Daniel Jacobs.
Un hombre que se niega a cumplir sus compromisos mandatorios después de vencer a un rival al que nominalmente le llevaba mas de 19 libras de peso no pude pretender que la gente digiera su guion.
En medio de la monotonía, el estadounidense lo llevo a la distancia, eludió sus golpes de poder sin arriesgar y terminó recorriendo los 12 rounds sorteando una caída donde el Canelo no pudo rematarlo.
Después del noveno Canelo exhibió cansancio físico, no tan notorio como en peleas anteriores, pero lo hubo y nos producen curiosidad las opiniones contrarias en este sentido.
Nos arriesgamosa decir que fuimos los únicos que lo vimos arrastrando los pies después del noveno asalto round en el que comenzó a abrir la boca buscando aire, tras fallar fuera distancia varios ganchos.
Canelo con la boca abierta en una incidencia de su combate con Charlo.
El crédito en todo caso es por el logro que tuvo su equipo en producir este combate y eludirse de aquel huracán que los persiguió con las evasivas ante Benavidez, la revancha con Bivol en las 168 mas el descaro de pedirle literalmente a Badou Jack que “se cortara un brazo” para pelear con él.
Al final surgió esta solución mágica con Charlo y PBC para producir un nuevo evento millonario.
Para este cronista la del sábado no fue la mejor versión de Canelo ni Charlo es el mejor termómetro para medir su temperatura.