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Ryan García no hace el peso.


Las escenas definitorias de Ryan García preparándose para su segunda oportunidad por un título mundial corriendo sprints con un teléfono móvil en la mano derecha son aún más condenatorias que el hecho de que se quedara de rodillas tras un golpe al cuerpo.

Al priorizar su campaña en las redes sociales sobre su oportunidad de ser campeón del mundo, García nos ha dicho todo lo que necesitamos saber sobre su interés por el boxeo.

García pesó la asombrosa cantidad de 3,2 libras por encima del límite para la pelea por el título de las 140 libras del CMB contra el campeón Devin Haney, un joven de 25 años y antiguo rival aficionado, lo que significa que García tuvo que cumplir un acuerdo de apretón de manos en la conferencia de prensa con Haney y pagarle 1,5 millones de dólares para que se celebrara la pelea del sábado en el Barclays Center de Brooklyn.

“Es muy poco profesional”, dijo Haney (31-0, 15KOs). “Le dije que sus payasadas le traicionarán, y esto es sólo el principio. El sábado, el mundo verá que estoy por encima de este boxeador mediocre. Acabaré con él, lo sacaré del boxeo. Se acabó”.


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Con 10,5 millones de seguidores en Instagram, la fama de García persistirá pase lo que pase el sábado por la noche.

Pero al no respetar las reglas y normas que aceptó y para las que entrenó durante los últimos dos meses, ha dado otro gran paso para convertirse en uno de los mayores fraudes del deporte.

Como si la gente no supiera ya el resultado del pesaje oficial matutino de la Comisión Atlética del Estado de Nueva York, García se subió a la “báscula” para la versión ceremonial el viernes por la tarde y dio un largo trago a lo que dijo que era una cerveza antes de que el maestro de ceremonias anunciara el número que lo descalifica de la oportunidad de ganar el cinturón el sábado por la noche.

“Hice todo lo que pude, me sometí a un infierno”, explicó García en el escenario cuando se le preguntó por qué había perdido peso.

Cuando el público le abucheó, García se abucheó a sí mismo y a una promoción esperanzada en que su pérdida de peso provocaría una avalancha de compradores de entradas para ver una pelea por el título en un recinto que, hasta ese momento, había tenido problemas para alcanzar el aforo.

Añadió que la multa de 1,5 millones de dólares a pagar a Haney es “trabajo ligero para mí”, y dijo que la cerveza “era fuego”.

Gran parte de este desmadre se debe a García, pero a medida que se acerca el espantoso desenlace del sábado por la noche, hay muchos otros responsables que han dado prioridad a la recaudación y al pago por visión por encima de la integridad deportiva.

“Es Ryan. Es único. Él es su propia persona”, dijo el promotor Oscar De La Hoya en una entrevista con DAZN antes de que el pesaje ceremonial revelara formalmente el peso que ya se conocía. “No soy su niñera ni su manager. Soy su promotor”.


Ryan García no hace el peso.


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