Europa ha desplazado la gran supremacía que durante mucho tiempo tuvo el boxeo estadounidense en el peso pesado.
Atrás han quedado aquellas figuras emblemáticas del pasado encabezadas indudablemente por Muhammad Ali.
La era de aquellos grandes, Joe Frazier, George Foreman, Evander Holyfield, Mike Tyson entre muchos otros es tan solo ahora un grato recuerdo que no ha podido ser reivindicado por nuevas figuras.
Podemos decir que el último gran campeón del boxeo estadounidense fue Deontay Wilder y su anunciada gran figura que despuntó como prospecto fue Jarred Anderson quien recientemente acaba de sufrir una dolorosa derrota que por los momentos lo desubica de la élite.
Es ya bastante el tiempo que púgiles de Europa han asumido el dominio del boxeo en el peso pesado.
La era de los hermanos Klistchko se llevó el boxeo a Europa del Este y aun cuando nadie duda del predominio deportivo, fue una etapa opaca ante la ausencia del gran aparato de marketing estadounidense y británico.
Luego de los Klistchko surgen las figuras británicas de Anthony Joshua y Tyson Fury, ambos se encargaron de cerrar esa etapa mientras surgió la figura de Deontay Wilder, un temible pegador que no llegó a calzar las botas del ultimo gran verdugo de la división, el aún «activo» Mike Tyson.
Finalmente un británico, Tyson Fury acabó sacando de circulación a Wilder con dos sonoras palizas.
Sus dos derrotas lo han sacado prácticamente del mapa.
En paralelo se impusieron durante un buen tiempo la figura de Joshua y Fury con el resurgir de nuevos nombres no precisamente estadounidense como el caso de Joseph Parker, Zhilen Zang y desde luego la insurgente figura de Oleksandr Usyk, quien en este momento es el líder indiscutible de la división.
La reciente pelea de Daniel Dubois ante Joshua nos muestra una nueva generación emergente y ratifica que el poder del pesado pesado esta en Europa.
