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La increíble historia de Floyd Patterson.


Floyd Patterson, fallecido en 2006 a los 71 años de edad, fue uno de los boxeadores más famosos de Estados Unidos en la década de los 50, 60 y los primeros años de los 70.

Para los más inexpertos, su nombre puede estar relacionado al de Muhammad Ali, contra quien peleó en dos ocasiones en su carrera (tras la segunda, Patterson se retiró).

Para otros quizá les suene de su rivalidad con Sonny Liston, también recordado en parte gracias a Ali. Liston logró convertirse en campeón mundial ganando a Patterson y The Greatest alzó su primer cinturón mundial al vencer a Liston.

De los tres, para el aficionado medio, quizá Patterson sea el más alejado, pero tiene una increíble historia detrás.

Nació en un suburbio de Wako (Carolina del Norte) y era el último de once hermanos. La situación familiar y del país provocó que tuviese una infancia muy dura.

Su familia se mudó a Brooklyn y allí los problemas se multiplicaron. Era pandillero y robaba lo que se le ponía por delante. Con sólo 10 años había estado detenido en 40 ocasiones, lo que provocó que acabase en un reformatorio.

Esa experiencia, como él mismo reconoció ya durante su etapa adulta, le permitió cambiar: aprendió a leer, escribir y entendió cuál era el camino que debía seguir.

Enderezar el rumbo fue gracias, también, al boxeo y a su entrenador, Cus D’Amato, que años después también llevaría la carrera de Mike Tyson. Llegó al gimnasio de D’Amato al salir de su encierro ya que varios de sus hermanos entrenaban allí.


La increíble historia de Floyd Patterson.


Con 12 años, Patterson empezó a boxear y con 17 ya logró uno de los mayores hitos de su carrera: fue oro en los Juegos Olímpicos de 1952 disputados en Helsinki (Finlandia). Meses después de ese metal debutó como profesional.

Había grandes esperanzas sobre él y las refrendó en noviembre de 1956, cuando ganó su primer Campeonato del Mundo al derrotar a otro púgil legendario como Archie Moore.

Se convirtió en el campeón más joven de la máxima división hasta ese momento (21 años) y en el primer campeón olímpico que lograba un Mundial pesado como profesional. Patterson era el ejemplo perfecto que la alta sociedad estadounidense quería vender: el afroamericano con una infancia complicada que había logrado reformarse.

 La actitud de Patterson chocaba frontalmente con la del rival que acabaría cambiando su carrera: Sonny Liston. El de Arkansas comenzó a boxear mientras cumplía condena en la cárcel para canalizar su ira. Había sido privado de libertad porque lideraba una banda de matones en St. Louis.
Liston seguía siendo el chico que se metía en problemas y maleducado. Esa personalidad la reflejaba en forma de agresividad en el ring. Cuando ambas se enfrentaron, la furia de Liston provocó que casi no hubiese pelea. El 25 de septiembre de 1962, Sonny noqueó a Patterson en un asalto en Chicago.

Una de las historias más curiosas de Patterson en referencia a ese pleito contra Liston la escribe el periodista Gay Talese en la Revista Squire (también está recogido en el libro titulado El Silencio del Héroe) en un artículo titulado El Perdedor y que publicó en 1964.

Antes de Liston, Patterson ya sabía lo que era perder el título mundial. Sucedió en junio de 1959 en Nueva York. Ingemar Johansson le noqueó tras enviarlo a la lona en siete ocasiones. Un año después, Patterson recuperó su cinturón (fue el primer campeón del pesado en recuperar el título), pero ya era otro.

Desde esa derrota había incorporado una barba y bigotes postizos a su bolsa de pelea. Siempre iba con él. «Lo lleva con él en un pequeño maletín para, en caso que pierda, poder salir del coliseo sin que nadie lo reconozca«, recoge Talese en su artículo.


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La increíble historia de Floyd Patterson.


«Lo peor de perder es tener que salir y hacer frente a la gente»: Floyd Patterson.


Patterson era incapaz de enfrentarse al público si perdía. «Ser noqueado no es una sensación desagradable. Sientes amor por todo el mundo durante unos segundos, pero luego te das cuenta de dónde estás, de lo que estás haciendo y de lo que acaba de ocurrir. Lo que sigue no es un dolor físico, es un dolor combinado con rabia. 

Existe el dolor del qué dirá la gente, de estar avergonzado por tu propia ineptitud… y todo lo que quieres en ese momento es que haya una trampilla en medio del cuadrilátero, que se abra y te permita caer aterrizando el vestuario sin tener que salir del ring. Lo peor de perder es tener que salir y hacer frente a la gente«, le reconoció el púgil a Talese.

La increíble historia de Floyd Patterson

La derecha de Patterson chocaba con fuerza.


Tras el primer KO que le propinó Liston, Patterson salió tan rápido como pudo del pabellón y condujo durante 30 horas de Chicago a Nueva York sin quitarse ni la barba ni el bigote postizo.

Los mantuvo también puestos horas después cuando tomó un avión a España. «No me habrías reconocido. Llevaba barba, bigote, gafas y sombrero. También cojeaba para parecer mayor (tenía 27 años). Iba solo. 

Me daba igual a qué avión subirme. Simplemente levanté la vista y vi una señal en la terminal que ponía ‘Madrid’, así que me compre un billete y me subí a ese vuelo«, describió a Talese.

En la capital de España pasó «cuatro o cinco días». Se registró con el nombre de Aaron Watson y se dedicó a pasear por los barrios más pobres de la ciudad. Comía en su habituación, salvo un día que fue a un restaurante y pidió sopa (la odiaba), porque creía que era lo que comían «los viejos».

Quería ser otro. A tal punto llegó su mimetización, que Patterson reconoce que «una semana después se creía ser otra persona».

Sus fantasmas le acompañaron el resto de su carrera

A Patterson le costó asimilar su derrota, pero un año después volvió a citarse con Liston. Al ser noqueado de nuevo en el primer asalto volvió a marcharse rápido, pero esta vez había añadido otra vía de escape a su plan.

Entre las dos peleas tomó clases para pilotar. Al púgil le daba miedo volar, pero lo superó para escabullirse con mayor rapidez.

En el aeropuerto de Las Vegas le esperaba un pequeño avión privado para irse a Nueva York. El plan salió perfecto hasta que estaban a 120 kilómetros de la ciudad. La aeronave se sobrecalentó y debieron dar la vuelta.

La barba y el bigote volvieron a salvarse mientras esperaba un nuevo embarque para volver a casa.

Al final del reportaje, Patterson reconoce a Talese que desde que perdió el título por primera vez se volvió en un «cobarde».

Pese a ello, pudo continuar con su carrera y aunque nunca volvió a ganar un Mundial tuvo grandes combates, incluidos los dos que le enfrentaron a Muhammad Ali.


La increíble historia de Floyd Patterson.


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