Gervonta salva su faja con empate salomónico en Brooklyn.
JAIRO CUBA / ENVIADO ESPECIAL / NEW YORK.
Todos nos equivocamos.
El monarca superpluma de la World Boxing Association, Lamont Roach demostró que en el ring no hay enemigo pequeño y quedó corroborado complicándole las cosas a Gervonta Davis que a duras penas pudo salvar su faja WBA con un empate con sabor a victoria para el retador, esta noche ante un Barclays Center enloquecido que albergó a 19,250 fanáticos.
Roach fue el protagonista de esta pelea que no tendrá segunda partes y que al igual que lo ocurrido en el pasado con Pitbull Cruz, dejará abierta las compuertas para albergar dudas en torno a la actuación de Gervonta.
Desde un primer momento, Roach puso autoridad en el ring. Demostró solvencia y se paró a pelear sin complejos con Davis, que usualmente empieza flojo y que esta vez tuvo que adelantar su marcha ante un rival que vino dispuesto a pelear y no dejarse intimidar.
La hermética guardia de Roach, su precisión al contragolpear y el correcto uso de la distancia sacó de la zona de confort a Davis, quien se las arregló para dominar algunos pasajes del combate.
La izquierda de Roach consigue el rostro de Tank (PBC)
Entre el cuarto y sexto round muchos pensaron que la duración del combate era cuestión de tiempo pero Roach seguía ahí plantado con su guardia hermética y sus certeros ganchos y rectos.
El bloqueo de golpes de Roach esta noche fue impecable y cuando le tocó pasarlos lo hizo con maestría sin quedarse con las manos.
Gervonta después del séptimo se vio confundido evidentemente ayudado por el árbitro que se dejó intimidar de manera descarada dándole instrucciones de lo que tenía que hacer.
Consciente de que tenía que apretar y que la pelea se le podía escapar de las manos Davis salió a presionar a Roach y se consiguió con un bombazo de derecha que lo puso a tambalear.
Fue el golpe más sólido del combate. Pero a la acción de Nueva York le esperaba más drama.
En el noveno Roach siguió plantado, firme y decidido dominando su distancia y tras una derecha, Gervonta fue hacia atrás y puso rodilla en tierra y luego fue a su esquina a pedir que lo secaran.
Insólito acontecimiento de un deporte que nunca deja de sorprender. El árbitro en vez de contar se dedicó a seguir las instrucciones de Gervonta.
Si se hubiese materializado la caída como tal, la victoria correspondería a Roach. Al final, de manera salomónica los jueces se decantaron por el empate.
Las claves de este combate fueron la determinación de Roach, su condición física y su calidad boxística que hoy puso de manifiesto. Subió de categoría para enfrentar a un grande y no se intimidó.
Se adaptó al estilo de Gervonta. Peleó en su distancia, asimiló sus golpes y vino dispuesto a jugársela.
Davis repite el mismo libreto de lo que ocurrió con Cruz, se salva sin convencer. En aquella oportunidad estaba lesionado. Hoy no hay excusas.
Tank quedó a deber
Tank contó esta noche con el apoyo de un público enloquecido que le quedó a deber pero que satisfizo en su condición de ídolo.
Su regreso tiene que ser impactante si realmente quiere ocupar el puesto de la “cara del boxeo”.
Con todo y los detalles irregulares, esta fue una gran pelea en medio de un evento exquisito.
Un vez más la empresa PBC puso la guinda en el pastel y al final, en medio del éxtasis, el público salió satisfecho del Barclays Center en la avenida Atlantic de Brooklyn.
El sábado, El Poder Negro fue el denominador común de esta gran cartelera.
Gervonta salva su faja con empate salomónico en Brooklyn.