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Miguel Canto: el estilista mexicano que rompió el molde.


En la historia del boxeo mexicano abundan los guerreros de fuego: Julio César Chávez con su implacable presión, Salvador Sánchez con su talento precoz, Rubén Olivares con su dinamita en las manos. Pero entre ellos hay un nombre que no encaja en la imagen tradicional del ídolo: Miguel Canto, el estilista mexicano que rompió el molde.

No gritaba, no golpeaba con furia, no exigía sangre. Su grandeza era silenciosa. Ganaba sin destruir, convencía sin castigar. Se movía como un susurro y golpeaba como una idea: precisa, elegante, irrebatible.

Canto no solo fue campeón mundial, fue pionero. En una época donde el boxeo mexicano aún era identificado con la rudeza y el choque frontal, él impuso el respeto con recursos técnicos jamás vistos en un compatriota suyo.

Fue el primer mexicano en realizar múltiples defensas del título mundial viajando fuera del país —algo inusual en la década de 1970— y su nombre figura hoy en todas las listas serias como uno de los 10 mejores boxeadores mexicanos de todos los tiempos, no por su pegada, sino por su maestría.

¿Por qué está Miguel Canto en ese olimpo histórico?

Porque dominó una división tan feroz como la mosca, donde la velocidad, el hambre y el volumen de golpes suelen eclipsar la técnica.

Porque defendió su título mundial en 14 ocasiones consecutivas entre 1975 y 1979, una cifra que pocos campeones han alcanzado.

Porque nunca rehuyó viajar a la casa del rival: peleó y ganó en Japón, Corea, Venezuela, Argentina y Filipinas, enfrentando a los mejores del planeta.

Porque, además, lo hizo sin el respaldo mediático masivo, sin escándalos, sin hablar de más. Solo con sus puños… y su cabeza.

Y sobre todo, porque redefinió el boxeo mexicano, demostrando que la inteligencia también puede ser espectáculo. Que la defensa no es cobardía, sino estrategia. Que la clase puede ser tan efectiva como la bravura.

Mientras otros inspiraban a peleadores a lanzar más golpes, Miguel Canto inspiró a evitarlos. Su influencia es visible en la escuela defensiva mexicana, en los boxeadores que priorizan el control, el tiempo y el desplazamiento.

Fue, en cierto sentido, el precursor de lo que años después haría Juan Manuel Márquez y, a otro nivel, Guillermo Rigondeaux o incluso Floyd Mayweather: convertir la evasión en arte.

Su historia merece ser contada una y otra vez. Porque Miguel Canto no fue solo un campeón mundial, fue un símbolo de otra forma de boxear… y de triunfar.


Miguel Canto: el estilista mexicano que rompió el molde.


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Los grandes combates de Miguel Canto: Maestría en cada asalto

Miguel Canto no fue un campeón de una sola noche. Fue un monarca consistente, astuto, valiente. A lo largo de su reinado como campeón mundial del peso mosca del CMB (1975–1979), enfrentó a los mejores del mundo, muchas veces en terreno hostil, y siempre con una frialdad estratégica admirable.

Uno de los capítulos más destacados de su legado es la trilogía ante el venezolano Betulio González, también considerado uno de los mejores moscas de su tiempo. Fue un duelo de estilos, de inteligencia, de pequeños detalles.

  • Primera pelea – 1973 (Caracas, Venezuela): Canto cayó por decisión dividida en una pelea muy pareja que lo dejó con sed de revancha. González era el favorito local, fuerte, técnico, pero más frontal.

  • Segunda pelea – 1975 (Mérida, México): Ya como campeón mundial, Canto recibió a Betulio en su tierra. Esta vez el mexicano hizo gala de su mejor boxeo, esquivando, contragolpeando y ganando por clara decisión. Fue una lección táctica.

  • Tercera pelea – 1977 (Maracaibo, Venezuela): Un combate cerrado, técnico y tenso, en el que Canto volvió a imponerse por decisión unánime, defendiendo su título con maestría ante el público venezolano. Fue la confirmación de su supremacía en la categoría.

Esa trilogía no solo consolidó su dominio regional; elevó el nivel del boxeo latinoamericano en la categoría mosca. Cada pelea fue un duelo de inteligencia y preparación, sin necesidad de intercambios sangrientos para emocionar.

Pero Canto no se detuvo ahí. Entre sus defensas más notables también están:

  • Shoji Oguma (Japón): campeón futuro, a quien Canto venció con clase en Tokio, demostrando que podía boxear y ganar en Asia.

  • Martin Vargas (Chile): ídolo nacional en su país. Canto lo derrotó en dos ocasiones consecutivas, una de ellas en el Estadio Nacional de Santiago.

  • Alberto Morales (Nicaragua): defensa técnica y dominante.

  • Antonio Avelar, otro mexicano, a quien Canto venció mostrando su conocimiento del tiempo y la distancia.

Durante esos años, el cinturón verde y oro del CMB tenía nombre y apellido: Miguel Canto.


Miguel Canto: el estilista mexicano que rompió el molde.


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