Esta crónica rinde homenaje a una pelea verdaderamente grande. Una de las mejores del boxeo contemporáneo. Tan simple como eso. Nada más. Y nada menos.
Neil Crane.
Olvidemos que José Luis Castillo y Diego Corrales volvieron a pelear, o que Corrales murió un día de este mes de mayo en 2007 tras decidir subirse a su motocicleta estando ebrio.
Olvidemos todo lo que siguió a esta increíble pelea que es, posiblemente, la mejor pelea de acción del siglo XXI. Ni siquiera vamos a insistir en que la pelea se decidió en parte porque Corrales ganó tiempo extra para recuperarse escupiendo su protector bucal.
Ahora mismo, ignoremos los aspectos negativos y recordemos veintinueve minutos y seis segundos de asombrosa emoción, del tipo que sólo el boxeo puede crear.
En aquel momento, la mayoría de los observadores del mundo del boxeo esperaban algo especial. Al fin y al cabo, se trataba de un combate entre orgullosos campeones. Castillo ostentaba el título de peso ligero del CMB y Corrales el de la OMB.
Ambos guerreros se encontraban en su mejor momento físico y estaban en plena racha de victorias importantes.
Castillo, para muchos merecedor de una victoria por puntos sobre Floyd Mayweather Jr. en 2002, se había recuperado de la posterior derrota en la revancha para encadenar seis victorias consecutivas.
Mientras tanto, Diego «Chico» Corrales, que también había perdido contra «Pretty Boy», venía de una victoria por decisión en la revancha contra Joel Casamayor, a la que siguió un gran triunfo por nocaut contra Acelino Freitas que le valió su tercer título mundial.
Los protagonistas de una de las mejores peleas del boxeo contemporáneo.
Desde el primer asalto hasta el fascinante final, el combate fue magníficamente violento. Todo se centró en la potencia, la valentía y la acción sin tregua en el cuerpo a cuerpo.
La mayoría preveía que Diego, más alto y más largo, explotaría su ventaja de alcance empleando su jab y su derecha recta, pero desde el principio fue evidente que la distancia y el boxeo táctico no serían los temas dominantes.
En el primer asalto, Castillo trató de anotar con artillería pesada al cuerpo de Diego mientras Corrales apuntaba arriba, y el asalto terminó con un brutal intercambio de golpes potentes en el centro del cuadrilátero.
En el segundo asalto no hizo más que aumentar la intensidad, con ataques rápidos y furiosos. Fue el asalto de Diego, que aturdió a Castillo con algunas combinaciones abrasadoras, obligando al mexicano a ceder terreno.
En el tercer asalto, ambos asestaron golpes dañinos, y el espectáculo de una desenfrenada guerra cuerpo a cuerpo arrancó gritos y gemidos del público, ya que primero uno y luego el otro asestaron fuertes golpes al cuerpo y a la cabeza.
Castillo-Corrales I: Tributo a una gran pelea.
Corrales parecía tener ventaja, pero al final del asalto Castillo sorprendió a su rival con una serie de potentes golpes. Como en respuesta, Corrales saltó al inicio del cuarto asalto disparando ganchos con desenfreno; un minuto después dobló las piernas de José con un izquierdazo.
Castillo respondió asestando ambos puños al cuerpo de Diego y anotando el mayor número de golpes limpios durante el resto del asalto que fue, en su mayor parte, otro prolongado intercambio de cuatro puños en el centro del cuadrilátero.
Y así fue. Castillo tenía ahora un serio corte en el ojo izquierdo, pero la herida no desanimó al mexicano en su ofensiva. Pero un furioso quinto asalto perteneció a Diego y la esquina de Castillo le instó a acelerar el ritmo en el sexto asalto, y así lo hizo.
Los asaltos intermedios se caracterizaron por la lucha de ambos por hacerse con la ventaja, con idas y venidas.
El sexto asalto fue para el mexicano, que hizo tambalearse a Diego al final del mismo con uppercuts y derechazos, pero Corrales se recuperó en un séptimo asalto sorprendentemente intenso, en el que hirió al duro Castillo con un derechazo al sonar la campana.
Castillo-Corrales I: Tributo a una gran pelea.
La izquierda de Castillo se estrella en el rostro de Corrales.
Pero si Corrales se impuso en ese asalto, el impulso pareció, por un estrecho margen, estar con el más robusto Castillo, ya que en los asaltos octavo y noveno el mexicano trabajó más que su oponente (y también asestó algunos duros golpes al sur de la frontera), y ambos asaltos no terminaron antes de que Castillo hubiera doblado las piernas de su cansada presa.
En un presagio de lo que estaba por venir, la embestida de José cerca del final del octavo asalto desalojó el protector bucal de Diego y la lucha se detuvo brevemente para que pudiera ser reinsertado.
A falta de un minuto para el final del noveno asalto, Castillo fue golpeado por un derechazo, pero se recuperó para herir a Corrales con su propio derechazo y luego anotar una hermosa combinación de uppercut-derecha. Al sonar la campana, ambos asestaron golpes atronadores, Castillo el gancho de izquierda, Diego la mano derecha.
Cuando los púgiles salieron de sus esquinas para el décimo asalto, el combate estaba claramente aún en juego y ambos llevaban las heridas de guerra.
Castillo-Corrales I: Tributo a una gran pelea.
El ojo de Corrales totalmente cerrado producto del intenso castigo de Castillo.
El ojo izquierdo de Corrales estaba casi hinchado, mientras que el corte de Castillo seguía siendo preocupante. Pero muy pronto nada de eso importaría. Todos sabemos lo que ocurre a continuación.
Un vicioso gancho de izquierda de Castillo a los veinte segundos provoca el primer derribo y sale el protector bucal. Se pide tiempo y se recupera el protector bucal.
Dos ganchos de izquierda más y «Chico» cae y sale el protector bucal de nuevo. Se pide tiempo, se vuelve a colocar el protector bucal, se resta un punto y Joe Goossen hace su famosa declaración. Y entonces sucede.
Corrales, aparentemente herido y desvanecido, hiere a Castillo con un derechazo y le obliga a retroceder. A continuación, un gran gancho de izquierda aterriza. De repente es Castillo quien está de espaldas a las cuerdas. Y entonces una serie de golpes limpios deja al mexicano indefenso.
El árbitro Tony Weeks no tiene elección; el combate se detiene. Y así, damas y caballeros, es como se hacen las leyendas y las peleas legendarias. Ninguno de los dos hombres volvería a ser el mismo. Y Diego Corrales ya no está con nosotros. Pero esta gran batalla vivirá para siempre.