(El texto que sigue, modificado solo en sus primeras palabras y con pequeños cambios y agregados en uno que otro párrafo, fue publicado en otro medio el año pasado. Lo reeditamos en esta ocasión por razones que, obviamente, no requieren ser explicadas.)
***
Hoy, sábado 30, se cumplen 47 años del combate de boxeo más famoso y recordado en la historia de ese deporte, que protagonizaron dos de los mejores pesos completos que hayan pisado un ring. En una de las esquinas estuvo el icónico Muhammad Ali, sin duda alguna el también más famoso púgil de todos los tiempos. En la otra George “Big” Foreman, una enguantada máquina demoledora.
Aquella madrugada de un calor insoportable en Kinshasa, capital de Zaire, actual República Democrática del Congo, gobernada por el dictador Mobotu Sese Seko, en el estadio 20 de Mayo, unas 60 mil personas se apretujaban para ver en acción al par de peleadores estadounidenses en la primera refriega en África por una faja mundial, en la ocasión la de los pesos pesados -en las versiones de la Asociación Mundial y del Consejo Mundial, en poder de Foreman–, corona que Ali intentaba recuperar luego de haberla perdido 7 años antes, no en el ring sino desconocido legalmente por su negativa a vestirse de soldado e ir a combatir a Vietnam porque, adujo, “ningún vietcong me ha llamado negro y por mi religión (la islámica) no voy a matar a ningún semejante.“, expresó en la ocasión.
Había regresado al boxeo en el 70 y luego de varios triunfos recibió la oportunidad titular ante Foreman, con 44 victorias, 31 por KO y 2 derrotas por puntos (frente a Joe Frazier y Ken Norton), Por su lado, Foreman mostraba 37 nocauts, solo 3 por decisión e imbatido a más de aparentemente invencible, campeón de la AMB, el CMB y de la revista The Ring, con 25 años de edad, 7 menos que el aspirante.
La organización del evento estuvo a cargo de Don King, el cual se iniciaba como promotor y quien con 4 reales en el banco, pero valido de su ingenio y de su locuacidad persuadió a Mobutu de montar la pelea. Este entregó a King 10 millones de dólares a repartir por igual entre los contrincantes.King bautizó la pelea como “Rumble in the jungle” (“Ruido o estruendo en la selva o en la jungla”).
La pelea se montó en horas de la madrugada en el estadio 20 de Mayo de Kinshasa, capital de Zaire, ahora República Democrática del Congo, con aforo para unos 60 mil espectadores y cuya capacidad fue rebasada con holgura por un número bastante mayor de aficionados, la mayoría seguidores del retador a quien auparon sin parar durante los escasos 23’ 58” de duración del combate, con un estruendoso ¡Ali, bomayé!, ¡Ali, bomayé! (¡Alí, mátalo!, ¡Ali, mátalo!) que estremeció el local.
Bajo un insoportable calor y una extenuante humedad Ali, con 206 y1/2 libras (algo más de 98 kilos) fue el primero en subir poco antes de las 4:00 de la madrugada local, horario ajustado para que pudiera ser vista desde las 10.00 p.m. en Estados Unidos y otros países. Poco después subió a su esquina un Foreman con 220 libras (99 kilos y fracción) apagado, cabizbajo, recibido desde ese instante y hasta el final del combate bajo el ensordecedor grito, en lengua lingala, de “¡Ali, bomayé!¡Ali, bomayé”!(o bumayé), en español ¡Alí, mátalo!, ¡Ali, mátalo!
«Ali entendía que para ser grande necesitaba de una fuerza exterior… Si peleas por ti mismo eres tú contra los demás, y esto te motiva, pero nunca será con la fortaleza que Ali tenía. Muhammad peleaba más que por él mismo. Él peleaba por Dios, su misión era muy grande…» (De la revista Sport Illustrated)
Al sonar la campana del primer round, en el mundo unas 300 millones de personas miraban la TV. Solo la llegada del hombre a la luna en julio de 1969, con 600 millones de espectadores ha tenido mayor audiencia y, hasta donde se recuerde, ningún otro evento deportivo ha superado en audiencia y visualización al de Kinshasa,
“Big” George arrancó con lo que sería un sistemático ataque de duras derechas e izquierdas en tanto que Ali se apoyaba en las cuerdas-llamó luego “rope a dope” esa manera de combatir, algo así como “embobar en las sogas”, traducción por la libre- con guardia en alto para cubrirse el cuerpo con antebrazos y codos y la cara y cabeza con los puños.
Los siete primeros rounds fueron casi sin variantes: Foreman como un toro furioso y Ali con esporádicas ráfagas de derechas e izquierdas, con la oculta estrategia de rendir por cansancio al campeón, mientras que desde su esquina un nervioso Ángelo Dundee le gritaba que se alejara de las cuerdas, que entrara y saliera sin cambiar golpes.
Ali hizo todo lo opuesto a las indicaciones del entrenador. De improviso lanzó su ofensiva crucial, narrada magistralmente después por el escritor Norman Mailer, maestro del llamado Nuevo Periodismo, en su novela El Combate con el párrafo que sigue, de apenas 130 palabras. Solo 130 palabras:
“…Luego un tremendo proyectil exactamente del tamaño de un puño dentro de un guante penetró hasta el centro mismo de la mente de Foreman, el mejor golpe de esa noche sorprendente, el golpe que Alí había guardado durante toda su trayectoria profesional…Todavía doblado por la cintura en esa postura de incomprensión, manteniendo los ojos fijos en Mohamed Alí, empezó a tambalearse…Cayó como un mayordomo de sesenta años y un metro ochenta de estatura que acaba de recibir trágicas noticias, sí, fue un largo derrumbamiento de dos segundos durante los cuales el campeón caía por partes mientras Alí daba vueltas alrededor de él, formando un círculo estrecho y con la mano preparada para pegarle una vez más, pero no hubo necesidad; fue una escolta completamente íntima hasta el suelo.”(*)
El réferi Zachary Clayton se limitó a contar los 10 segundos con un Foreman derrumbado y Ali mirándole desde una esquina neutral. Dos minutos con 58 segundos marcó el cronómetro.
A 47 años del “¡ALI, BOMAYÉ!”
Fin del cuento. Foreman en la lona.
El inesperado desenlace de aquella madrugada africana figura entre las mayores sorpresas registradas en el boxeo y en la división, todavía más sorprendente que la del triunfo de Jess Willard ante Jack Johnson en 26 rounds el 5 de marzo de 1915, en La Habana; la de Gene Tunney por puntos en 15 contra Jack Dempsey en septiembre de 1926; la del alemán Max Schmeling en 12 asaltos sobre el entonces invicto Joe Louis en junio de 1936; el del mismo Ali frente a Sonny Liston la primera vez que pelearon en febrero 1964; la de James “Buster” Douglas vs. Mike Tyson en Tokio, con las apuestas 42-1 en contra, en febrero-1990 y, por último, la no menos pasmosa del mexicano-estadounidense Andy Ruiz el 6 de junio del año pasado sobre Anthony Joshua en 6 rounds.
Foreman, según se dijo, pasó casi un año sin dormir bien y más de 24 meses abrumado por la tremenda depresión que le generó el revés. No obstante, logró recuperarse anímicamente, regresó al ring y acumuló 31 nocauts más en su carrera de 28 años, uno de ellos por segunda vez contra Joe Frazier, con solo 4 reveses. Dejó récord de 76 (68)-5(1), desde el debut en 1969 hasta 1997.
A los 45 años demolió en 10 rounds a Michael Moorer, 18 años más joven, y se apoderó de las fajas AMB y FIB el 5 de noviembre de 1994, esto es, 20 años después de lo de Zaire.
Colgó los guantes a los 48 años luego de perder decisión ante Shannon Briggs el 22/11/97. Se dedicó más tarde al negocio cárnico y hoy es un próspero empresario, además de dedicar parte de su tiempo a la ayuda de jóvenes de humilde condición. Vive en Houston, Texas, su estado natal.
Respecto de Ali, nació como Cassius Marcellus Clay el 17 de enero de 1942 en Louisville, Kentucky, y cambió “su nombre de esclavo”, como decía, al convertirse a la religión del Islam. Es el más controversial y publicitado púgil de la historia y ha sido reconocido como un infatigable luchador por la causa de sus hermanos de raza y de religión. Hace un tiempo figuró entre las 25 personalidades más influyentes de Estados Unidos. Es, a no dudarlo, el más grande imán de taquilla que ha tenido el boxeo y el deporte en general. Peleó durante 21 años entre 1960-81 y se retiró con marca de 56 (37)-5 (1)-0 después de caer a los puntos frente a Trevor Berbick el 11 de diciembre de 1981.
Tres años más tarde enfermó del mal de Parkinson. Murió en Scottsdale, Arizona, por diversas dolencias, el 3 de junio de 2016, a los 74 de edad, acompañado de la consternación de sus admiradores que lo recuerdan como “El Más Grande”, el incomparable boxeador que “picaba como una abeja y volaba como una mariposa”, frase genial creada por su ocurrente y locuaz sécond Drew “Bundini” Brown, asistente de Angelo Dundee.
A Ali le gustó la frase y la tomó para sí. Luego el mundo la repitió y aun la repite.
(*) Fragmento de “El combate”, novela-reportaje de Norman Mailer.