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Arguello y la botella de Al Lewis.

Por César Arriba.-

El 12 de noviembre de 1982 se realizó en Miami uno de los combates más extraordinarios en la historia del boxeo. El nicaragüense Alexis Arguello se enfrentaba al peligroso Aaron Pryor buscando convertirse en el primer terrícola con cuatro títulos mundiales en distintas categorías.

Alexis era conocido a nivel global como el «flaco explosivo» aunque mi papá prefería llamarlo el «flaco canilla e’ silbón». Un hombre de mucho prestigio que había reinado en las categorías pluma, ligero junior y ligero, dejando en el camino a unos cuantos nombres históricos dentro del deporte de los mamonazos.

Por su parte Pryor era una versión afrodescendiente del demonio de Tazmania. No paraba de lanzar golpes nunca, ni siquiera cuando sonaba la campana que ponía punto final a los rounds; el tipo iba, se sentaba en la esquina y seguía lanzando manos. Estaba muy, muy loco y era un sujeto de cuidado.

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Más allá de su piel oscura, el campeón oriundo de Cincinnati era «negreado» en los grandes medios de comunicacion, ya que estos preferían dedicarse a promover combates de otros pugilistas más carismáticos como Tommy Hearns y Ray Leonard.

Pryor, titular welter junior, sabía que la de Arguello era la pelea que le abriría las puertas de la fama definitiva, porque vaya que el nicaragüense era un tipo al que todos querían ver combatir. Tenía calidad, trayectoria, buena imagen y además buscaba una hazaña que nadie había logrado; cuatro coronas en pesos diferentes.

Arguello-Pryor

Arguello-Pryor

La cita se concretó en el Orange Bowl de Miami, escenario que al igual que Alexis, fue «derribado» años después para construir el nuevo parque de los Marlins, el cual por cierto se la pasa más vacío que los bolsillos de Don Ramón en la serie del Chavo. En tremenda flatulencia de pana les digo se metió Derek Jeter con ese equipo de Miami, que levanta menos entusiasmo que una foto de Vanessa Senior en traje de baño.

El reto para el flaco latino era tremendo. Debía enfrentar a un peleador que venía de destrozar al legendario colombiano «Kid Pambelé» en cuatro asaltos. Fue tal la pela que lo dejó todo moreteado, y cuando llegó a su casa después de la derrota, al pobre Pambelé no lo reconoció ni su perro.

Pero la esperanza radicaba en la gran pegada y mayor alcance del nicaragüense ante la poca defensa de Pryor quién solo se dedicaba a atacar y atacar, sin preocuparse de lo que iba a recibir.

Desde el primer campanazo la cosa estuvo buena entre estos dos esplendidos atletas. Se dieron piñas como si uno le hubiera tumbado la mujer al otro. Solo faltaba que aparecieran las letras esas formando palabras extrañas para tratar de hacer los sonidos de los golpes en las peleas de Batman. Inolvidable.

Arguello y la botella de Al Lewis.

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Arguello vivió grandes momentos. En algunos capítulos parecía que se acercaba a la hazaña deportiva metiendo poderosos derechazos que le hacían girar la cabeza a Pryor como si fuera Linda Blair en «el exorcista». Pero el campeón de Ohio no estaba dispuesto a que le quitarán su faja. Aguantaba y seguía hacia adelante soltando unos tres millones de golpes por minuto. No paraba de atacar y con sus combinaciones era más insistente que un vendedor de resorts.

Luego de pasarla mal en el round trece, sucedió en la esquina de Aaron en el minuto de descanso,el evento que empañaría un poco su victoria concretada por nocaut en el tramo siguiente: el show de la botellita. Tan famoso sería este momento que años después sería recordado con el tema de Mach y Daddy qué decía: PASAMEEE LA BOTELLAAAA.

Su manager, un tipo mala fama como era Al Lewis se escucha claramente (pueden verlo en Youtube) cuando le dice a su asistente: «pásame la botella, no esa chico, la otra, la que yo mezclé».

¿Que contenía el misterioso recipiente? ¿Droga? ¿Chicha andina? Nunca se supo. Pero lo cierto es que luego de ingerir el contenido de la botella el campeón salió de su esquina y desbarató al retador nicaragüense. Salió con una furia superior a la mostrada por Norkys Batista en su vídeo de descarga a Angie Pérez.

Golpeó ferozmente a Alexis con una ráfaga de más de veinte puños que dejaron la cara de Arguello como si le hubiera caído encima un ascensor desprendido desde el piso nueve con once personas adentro.

Arguello y la botella de Al Lewis

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El valiente aspirante quedó tendido en la lona requiriendo atención médica. Fue un momento dramático de verdad. Por un lado un hombre lastimado y derrotado en el piso, y por otro un eufórico campeón celebrando la victoria que lo metía en la danza del dinero. No sabemos si como parte de la celebración, Pryor se terminó lo que había en la fulana botella a falta de un buen ron.

Triunfo por KO en catorce asaltos para el muchacho de Ohio Aaron Pryor, pero con la sombra latente del referido chanchullo. Por eso al año siguiente se organizó una pelea de revancha para disipar dudas en Las Vegas, en la cual no hubo botella….ni chance para Arguello. Lo volvieron a noquear, y está vez en menos rounds. El sueño de la cuarta corona quedaba pixelado y la sospecha del dopaje olvidada.

Así recordamos, como un gran evento deportivo de noviembre, aquella magnífica pelea de 1982: Arguello vs Pryor I.

Hasta la próxima amigos.

Arguello y la botella de Al Lewis.

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*César Arriba es narrador de boxeo, beisbol, humorista y cronista.